La carta II
Cogio el teléfono e intento marcar áquel número. Al levantar el auricular se dio cuenta que a aunque ya habían pasado mas de cinco años, aún podia recordarlo de memoria...colgo al primer tono, no pudo.
Se llevo un cigarrillo a la boca y prendio una cerilla...y se quedo inmovil unos minutos mientras jugueteaba con una pequeña triumph boneville de madera que había sobre la mesa de su escritorio.
Pulso el play del reproductor y alcanzo dos folios en blanco.
Tejio con sus manos una telaraña echa de todas aquellas cosas que nunca le había dicho. Cerro el sobre y lo guardo en el bolso. Se masajeo el cuello, echo la cabeza hacia átras y descalza, recorrio el pasillo. Dejo correr el agua mientras se desnudaba. Necesitaba un baño.
Había pasado una semana...revolvio el armario hasta encontrar aquella falda roja, se puso unos tacones negros y camino hasta el lavabo. Y luego, frente al espejo, como quien da un ultimo vistazo, deslizo el carmin sobre sus labios.
Todo le parecia un absurdo y a la vez la unica forma de que todo cobrara sentido, como si por primera vez se estuviera enfrentando a aquello a lo que se nego tantas veces.
Temia tanto su ausencia como su llegada, y encontro un comodo refugio al sentarse de espaldas en aquella terraza del viejo Zurich, que aquellas horas ya estaba llena de gente.
Pidio una Moritz y antes de que pudiera darle un trago reconocio aquel perfume y vio caer sobre la mesa la carta que ella había escrito. Y sonrio.
Se llevo un cigarrillo a la boca y prendio una cerilla...y se quedo inmovil unos minutos mientras jugueteaba con una pequeña triumph boneville de madera que había sobre la mesa de su escritorio.
Pulso el play del reproductor y alcanzo dos folios en blanco.
Tejio con sus manos una telaraña echa de todas aquellas cosas que nunca le había dicho. Cerro el sobre y lo guardo en el bolso. Se masajeo el cuello, echo la cabeza hacia átras y descalza, recorrio el pasillo. Dejo correr el agua mientras se desnudaba. Necesitaba un baño.
Había pasado una semana...revolvio el armario hasta encontrar aquella falda roja, se puso unos tacones negros y camino hasta el lavabo. Y luego, frente al espejo, como quien da un ultimo vistazo, deslizo el carmin sobre sus labios.
Todo le parecia un absurdo y a la vez la unica forma de que todo cobrara sentido, como si por primera vez se estuviera enfrentando a aquello a lo que se nego tantas veces.
Temia tanto su ausencia como su llegada, y encontro un comodo refugio al sentarse de espaldas en aquella terraza del viejo Zurich, que aquellas horas ya estaba llena de gente.
Pidio una Moritz y antes de que pudiera darle un trago reconocio aquel perfume y vio caer sobre la mesa la carta que ella había escrito. Y sonrio.
2 comentarios
Somewhat Damaged -
Que loka.
erik -