El hombre del traje gris
Sobre su sien asomaban unas enormes patas de gallo, perfectas para acompañar su pelo blanco, siempre peinado hacia atrás.
Veía el mundo desde 1.80 de altura y el abrigo le cubria hasta debajo de las rodillas, paseaba una barata elegancia con soltura.
Llevaba siempre un traje gris y un maletín.
Llegaba tatareando un tango, su presencia siempre inadvertida sonaba a violin y sus pasos hasta la mesa del fondo sonaban a chelo viejo. Tenía la mirada perdida y pasaba horas muertas colgado del pendulo de la ausencia, mirando a un punto fijo.
Jamás volví a cruzarme con unos ojos tan llenos de vacio, es cierto... pero también diria que jamás ví ha alguien cantarle a la derrota con tanta alegría.
Café solo, y sonreia mientras doblaba con cuidado su abrigo y colocaba aquel maletín sobre la mesa, nunca le ví abrirlo, tan solo lo paseaba de arriba abajo alli donde iba.
Cantaba aquella canción que sólo oí de su boca y movia el azúcar con la cucharilla del café, miraba a la gente y sonreia ha todo áquel que le devolvía la mirada.
Nunca cruce con él mas de dos palabras, me gustaba preservarlo así, desconocido....
tan solo me limitaba a servirle el café, luego limpiaba las mesas cercanas sin quitarle ojo al maletín... él descubria mi curiosidad y me sonreia una vez mas, como si pudiera leer en mis ojos lo que yo estaba pensando...
Me gustaba imaginar que era una especie de duende adulto que se dedicaba ha oír los sueños de la gente en su silencio, aquellos que la gente acaba olvidando, aquel descuido de dejar de intentarlo... me gustaba pensar que guardaba imposibles y que después con aquellas manos grandes los metía en su maletín, como si fuera un cazador de sueños perdidos.
Luego imaginaba que cruzaba el parque hasta llegar a casa y que alli, en su soledad, alimentaba de ilusiones aquellos frágiles sueños hasta hacerlos grandes y fuertes... les daba el último golpe de cocción y cuando ya estaban listos para ser cumplidos, se los devolvía a sus dueños para que los trabajaran como a la arcilla.
La gente hablaba de él entre murmullos, decían que era un enajenado argentino y que vivia en la residencia siquiátrica que había al doblar la esquina de la cafetería, decían que se pasaba las tardes en el parque dándole de comer a las palomas, sentado siempre en el mismo banco.
Durante años oí aquel tango, hasta que dejo de venir.
Una semana después una señorita vestida con una bata blanca se acerco a la barra y pregunto por mi, deje las ultimas copas de cristal sobre el estante y me acerque, me dijo que Francisco, que así se llamaba le había dicho que me diera aquel maletín.
De camino ha casa lo abrí, estaba vacio.... como si ya hubiera repartido todos aquellos sueños que había almacenado durante casi toda una vida.... tan solo había en un pequeño bolsillo una fotografía de dos amantes bailando un tango, ella, preciosa vestia de rojo y él llevaba el pelo peinado hacia atrás.
Cruce el parque y ví a las palomas que aún esperaban al hombre del traje gris, me acerque y deje el maletín sobre el banco y volví a casa tatareando aquella canción que solo oí de su boca... como si mis pies bajo aquellas hojas de otoño sonaran a viejo chelo......
A todos los que se quedarón en la cafetería, que nunca me parecierón tan locos.
LokuRa
6 comentarios
lokura -
abrazos.
Y Erik no dudes en escribirlo que seguro que lo bordas
airelai -
Mil besos princesa
erik -
Sabes algun dia escribire algo de lo que me dicen detras de mi mostrador pero nunca sera tam bonito como eto.
Me gusta.
coco -
Somewhat Damaged -
Somewhat Damaged -