LORENA
Había dejado la autovía, aquella vieja carretera de curvas no había cambiado nada... tan solo era un anticipo de todos los recuerdos que empezaban anidar en mi cabeza.
Sonaba Rem en lo que ya no era un cuatro latas, ya hacia años que me había comprado este coche, tan practico que tan solo bastaba estirar un poco la mano para alcanzar el cenicero, que después de tantos kilómetros ya estaba atestado de colillas.
Abrí la ventana y aspire el olor de la jara en flor, era de noche y tras la ventanilla no se veía nada... pero eso no impedía que yo viera el campo, precioso por estas fechas...
La primera bienvenida de mis ojos fue la casa del herrero, en frente el Aureliano y a su vera, el Antoñico que se caso hace ya con Maruja, la hija de Lucas el de la boina.
Y la farola donde le levantaba la falda a la Dolores, y la plaza donde comía pipas imaginando como sería la vida en la ciudad, lejos de todos aquellos que querían quedarse siempre allí, en la plaza de la iglesia.
No me había ido tan mal, había conseguido acabar la carrera y aunque no soy un abogado de prestigio ya tengo el lujo ejerzo y estoy hipotecado con zona ajardinada a 30 años.
Apenas amanecía y el sol anaranjado golpeaba los cristales, me lave la cara y me mire al espejo... aquel reflejo era tan distinto al de por entonces... unas cuantas arrugas mas y un poco menos de pelo, pero bajo aquella americana del cortefiel seguía siendo el mismo provinciano que había permanecido enamorado en sus adentros de aquella quinceañera que no me dejaba besarla porque no estábamos casados... solo el día que me fui me dio la miel de sus labios después de haber bailado aquel pasodoble que nos permitía estar cerca el uno del otro, aquel juego de pasos que acercaba su piel y mi piel bajo aquellas calles pequeñas... sobre aquellos adoquines viejos... no he vuelto a verla hasta ahora.
Me da miedo...me da miedo perderme de nuevo en los rizos de su pelo y en la redondez de sus hombros... en el escote de barco...
Lorena... la hija del aceitunero, la que hoy se casaba.
Pase la corbata entre mis dedos, le di la vuelta y apreté el nudo.
Habían pasado 15 años, hacia tiempo que no regresaba...pero aquí... en este pueblo, el tiempo... el tiempo no pasa.
7 comentarios
Spiritus Libertae -
NADIE -
Recibe un saludo.
liliam -
Visiten mi blog:
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monocamy -
Resulta más problemático cuando el tiempo también se detiene en las mentes de los que han salido de ese pueblo, acaso en busca de cierto progreso, pero que se niegan a renunciar a esa velocidad lenta.
Y no necesariamente estoy hablando de mis padres...
:O
Zifnab -
O siempre repetimos o el tiempo no existe
Y si lo que sonaba en el casette era "At my most beautiful", con más motivo
Se feliz
mox -
Entonces, de golpe y porrazo envejecen y muchas veces caducan. Otras veces no. Otras veces rebrotan con más fuerza y quedan prendidos de nuevo a nuestro corazón.
Un beso.
isma -