LA TERCERA GALERIA
Tenia que coger número, la cola ocupaba parte de la calle entença. Un magrebí cargaba una pesada bolsa y los dos gitanos de delante habían encendido ya el tercer cigarrillo.
Metí mis manos en los bolsillos, hacia frió.
Ya había llegado a la puerta y había entregado el DNI, ahora solo bastaba esperar a que dijeran mi nombre por el altavoz.
Y recordé.
Me abordaron por sorpresa aquellos días, los 80 y las victoria acordonadas, las tardes en el río tirando piedras... las camas altas en el pueblo en casa de la abuela, y los pimientos... aquellos pimientos verdes fritos que yo guardaba en los bolsillos para que a Diego no lo mantuvieran mas en la mesa.
Recordé el estirón de pelo y mas tarde el abrazo de perdón... las tardes en bicicleta hasta que caía el sol y las veces en las que el me esperaba arriba de la cuesta, cuando yo cansada de pedalear me había detenido ha descansar y a retomar el aire.
Fue entonces cuando una voz aguda pronuncio mi nombre... se abrió la puerta metálica y chirriaron las juntas de aquellas pesadas rejas... caminé entre la multitud de familiares y amigos hasta un pequeño habitáculo de un metro por un metro, número 24 podía leerse en aquella puerta de hierro oxidado...
No dije nada, y no pregunte...solo puse la mano sobre el cristal, frente a su mano...
- has venido- dijo...
Pasaron los 20 minutos y el funcionario dio un pequeño timbrazo de aviso y luego fue abriendo todas las puertas... separe la mano del cristal, contuve la respiración y ya sin sonido pude leerle los labios... TE LO PROMETO... y yo lance un beso al aire.
Nos amontonamos todos en el pasillo frente a una puerta cerrada y sentí el ahogo de la tercera galería... y al salir respire... como si el aire ahora, supiera distinto y oxigenado.
4 comentarios
humbert -
un placer
coco -
Oceanida -
Un abrazo.
HSolo -
Un besazo