Quiero el champu que ella esta usando
Acabo de llegar. Son las 7 de la mañana y de aquí a un par de horas tengo que irme a trabajar, creo que lo mejor será no acostarme, es peor dormir un par de horas que no dormir. Me meto en la ducha, mientras me enjabono el pelo mi mente vuela a unas 4 horas antes... floto! floto en una nube con sabor a deseo. He conocido a un chico, al chico mas sexy que he visto nunca y lo he conocido de la forma mas tonta. Su forma de entrarme realmente ha sido desastrosa, me ha dicho una frase que ni siquiera recuerdo pero se que me ha parecido absurda, aún así me he sentido atraída por el, por la forma en la que la ha dicho, con ese acento argentino, tan dulce... tan sexy que haría que cualquier frase estupida resultase encantadora. Realmente no es un chico guapo en cuanto a facciones, pero es uno de esos hombres que tienen chispa, el típico hombre imán, no sabes que tiene pero no puedes dejar de mirarle, es como si sus ojos y los míos estuvieran imantados. Moreno, de ojos profundos con una de esas miradas tan intensas que desnudan, de labios sensuales, y aspecto despreocupado, unos tejanos desgastados, una camiseta simple de algodón, con olor a tentación.
Bailaba tras mi espalda, su cuerpo se adaptaba a la perfección al mío, pegado a mi seguía cada movimiento, mis hombros tan sólo cubiertos por un fino tirante sentían su respiración y un susurro a mi oído de acento argentino decía que tenia la espalda mas sensual que había visto nunca, al volver la cabeza hacia el me encontrado con sus labios, antes de besarme me ha mirado como retándome, como queriendo intimidarme con sus ojos negros, que antes de su boca ya me habían besado. Aguantando la mirada, sosteniendo al filo el deseo mis ojos han recorrido sus ojos, han mirado sus labios y han vuelto a detenerse en sus ojos, señal inequívoca, invitación a besarme, la fantasía ha estallado en un beso. Sus manos. grandes, tapan casi toda mi cara, me besa el cuello con delicadeza mientras sigue susurrando cosas, como que soy una muñequita, muerde el lóbulo de mi oreja y me dice que soy un terroncito de azúcar, hace que las cosas mas cursis suenen dulce de su boca. Me muestro femenina pero nada dulce, me hago de rogar, me pregunta que fama tienen aquí los argentinos y le digo que fama de mentirosos y mujeriegos, me pregunta si me afecta y le contesto que con ese acento y esos besos puede mentirme todo lo que quiera, sigue besándome, retiro mi cara y le pregunto con un susurro que fama tenemos allí las españolas, me dice que fama de mujeres con carácter y apasionadas, le pregunto si le afecta y me dice que con estos labios puedo besarle con carácter y con pasión todo lo que quiera.
Entramos en el juego del ratón y el gato, me insinuó, me aparto, me besa, le esquivo, le atrapo. Le digo que tengo que irme, me pide el teléfono y le digo que hace rato que lo lleva en el bolsillo de atrás de su pantalón. Sonríe, sonrió y me voy.
La mascarilla del pelo ha hecho efecto, me aclaro, me pongo el albornoz, me visto y me marcho a trabajar. Creo que no voy a volver a verle, quiero dejarlo ahí, ha sido demasiado no se sensual como para estropearlo con un polvo. De esto han pasado ya tres años y nunca mas volvi a llamarlo.
Bailaba tras mi espalda, su cuerpo se adaptaba a la perfección al mío, pegado a mi seguía cada movimiento, mis hombros tan sólo cubiertos por un fino tirante sentían su respiración y un susurro a mi oído de acento argentino decía que tenia la espalda mas sensual que había visto nunca, al volver la cabeza hacia el me encontrado con sus labios, antes de besarme me ha mirado como retándome, como queriendo intimidarme con sus ojos negros, que antes de su boca ya me habían besado. Aguantando la mirada, sosteniendo al filo el deseo mis ojos han recorrido sus ojos, han mirado sus labios y han vuelto a detenerse en sus ojos, señal inequívoca, invitación a besarme, la fantasía ha estallado en un beso. Sus manos. grandes, tapan casi toda mi cara, me besa el cuello con delicadeza mientras sigue susurrando cosas, como que soy una muñequita, muerde el lóbulo de mi oreja y me dice que soy un terroncito de azúcar, hace que las cosas mas cursis suenen dulce de su boca. Me muestro femenina pero nada dulce, me hago de rogar, me pregunta que fama tienen aquí los argentinos y le digo que fama de mentirosos y mujeriegos, me pregunta si me afecta y le contesto que con ese acento y esos besos puede mentirme todo lo que quiera, sigue besándome, retiro mi cara y le pregunto con un susurro que fama tenemos allí las españolas, me dice que fama de mujeres con carácter y apasionadas, le pregunto si le afecta y me dice que con estos labios puedo besarle con carácter y con pasión todo lo que quiera.
Entramos en el juego del ratón y el gato, me insinuó, me aparto, me besa, le esquivo, le atrapo. Le digo que tengo que irme, me pide el teléfono y le digo que hace rato que lo lleva en el bolsillo de atrás de su pantalón. Sonríe, sonrió y me voy.
La mascarilla del pelo ha hecho efecto, me aclaro, me pongo el albornoz, me visto y me marcho a trabajar. Creo que no voy a volver a verle, quiero dejarlo ahí, ha sido demasiado no se sensual como para estropearlo con un polvo. De esto han pasado ya tres años y nunca mas volvi a llamarlo.
3 comentarios
Paulus -
Tautina, eso sí que son sabias palabras!!
Tautina -
Gabro -
Que gran momento este del Tonteo...aixx que ganas tengo de tener (valga la redundancia) alguien con quien tontear asins
Besitos